domingo, 22 de julio de 2018

Gana su corazón con tu testimonio

Gana su corazón con tu testimonio
Serie: Viviendo la Palabra cuando estés casada con un Asuero

Reconocemos que la propuesta de este artículo es difícil y, ¿por qué no decirlo? ¡Imposible de llevar a cabo en nuestras propias fuerzas! Por eso queremos pedirte que lo leas teniendo en mente lo que el apóstol Juan escribió al relatar las palabras de Jesús en Juan 15:5 “separados de mí, nada podéis hacer”.
Las mujeres nos caracterizamos por ser más sensibles en todos los aspectos de la vida. Y no es menos cierto, en el área espiritual. No obstante, esto no quiere decir que eso sea una constante universal, pero sí una generalidad. Y es esa diferencia la que, en muchas ocasiones, nos lleva a la frustración y ésta a la manipulación en nuestros matrimonios.
En ocasiones, podríamos desanimarnos si nuestros esposos muestran falta de interés en las cosas del Señor. Queremos que ellos estén involucrados con la misma intensidad que nosotras en los asuntos bíblicos y que puedan ser los sacerdotes del hogar, guiándonos a todos en la búsqueda de Dios. Y cuando esto no ocurre, entonces nos enfrascamos en una tarea sin cuartel, a través de las sutilezas, indirectas y otras muy directas para que puedan cumplir su función de líder del hogar. Esto nos lleva a convertirnos en la mujer de Proverbios 27:15 “Gotera continua en día de lluvia y mujer rencillosa, son semejantes”, (LBLA). Otra versión dice: “Una esposa que busca pleitos es tan molesta como una gotera continua en un día de lluvia”. Todas sabemos lo molesto que puede ser el sonido de una gotera en una superficie acústica. Quiera el Señor que no seamos una y si lo somos, nos permita darnos cuenta y cambiar.
Nuestro Padre Celestial usó al apóstol Pedro para que dejara plasmado en la Biblia, el invaluable consejo que se encuentra en su primera carta, el cual dice: “Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas”. 1ª Pedro 3:1.
Veamos a una joven en la Biblia que pudo aplicar este texto en su vida matrimonial, cuando aún no se había escrito; esa es la reina Ester. Ella tuvo que soportar callada, sumisa y con paciencia al rey Asuero. Un hombre impetuoso, colérico, alcohólico, caprichoso, etc. Esta tierna jovencita, se vio en medio de un matrimonio, que para cualquiera de nosotras, hoy día, sería insostenible. No obstante, ella decidió escuchar el consejo de su tío Mardoqueo, el consejo de Dios para llevar a cabo lo que se le había encomendado.
Ester estuvo en silencio y paciente en cada una de las situaciones adversas que tuvo que vivir en el palacio. Cuando su esposo la llamaba iba sin replicar, no con un espíritu rebelde ni resentido. Si no que, se presentaba de buena gana y esto influyó para llegar a convertirse en la favorita del rey. La templanza, gracia y sabiduría que Dios había puesto en ella, la llevó a poner en marcha, en el momento preciso (porque conocía a su esposo) el plan que Dios había destinado para ella, aún sin ella saberlo. Esto hizo que a una mujer indefensa, el Señor la usara para librar a una nación entera de sus enemigos y poner a un vil rey y esposo a sus pies. Les invitamos a leer esta fascinante historia en la Biblia, en el libro que lleva su nombre, Ester.
Si nuestro buen Dios pudo usar a una joven inexperta para ganar el corazón de un rey, ¿Qué no hará en nuestros matrimonios si escuchamos Su consejo? Su Palabra nos dice que “La mujer sabia edifica su casa, mas la necia con sus manos la derriba”, Proverbios 14:1. Escuchemos Su buen consejo para que, por nuestro testimonio, podamos ganar el corazón de nuestros amados compañeros de vida.
Sabemos que es difícil quedarnos quietas cuando vemos que nuestros maridos van por un camino que no conduce al bien; sin embargo, a menos que nuestras palabras vayan a edificarlos, es mejor permanecer en silencio y esperar a que Dios obre en ellos. No estamos diciendo que nunca les vamos a aconsejar sobre alguna cosa, si no que luego de haberlo hecho, no estemos como “goteras”, constantemente diciendo lo mismo. No debemos provocarlos a ira y tampoco pretender ser el Espíritu Santo en sus vidas. Recordemos que la salvación es del Señor.
Quizás pensemos que ellos no aprecian lo que hacemos o somos, pero estamos seguras de que varias de nosotras podemos testificar de que, en algún momento, ellos han alabado nuestro carácter, fe y proceder con amigos y compañeros; aunque no nos lo digan a nosotras ellos mismos.
El Señor Jesucristo fue a la cruz por nuestros pecados y eso incluye el de nuestros esposos. Sólo Él puede salvar. Confiemos en que Él está trabajando en ellos y a Su tiempo segaremos, sino desmayamos. Su brazo de poder no se ha acortado para salvar ni su oído para oír (Isaías 59:1).
Es nuestro deseo qué el Señor sea glorificado por la boca de nuestros esposos al ver nuestras buenas obras, fruto de nuestro gran amor por Él. ¡Oh, quiera el Señor que nuestras acciones hablen más alto que nuestras palabras! ¡Amén!

 Raquelina Núñez de Castillo

Escrito para el Ministerio EZER de la Iglesia Bautista Internacional y publicado el 18 de abril de 2018.
http://www.laibi.org/component/k2/item/1402-gana-su-corazon-con-tu-testimonio

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